DEL FLORENTINO IBÁÑEZ AL PAPPLASZLO SPORTARENA

Entrada la madrugada y con un nudo en la garganta por las terribles imágenes que llegan desde Galicia, escribo estas líneas para conmemorar el octavo aniversario de esta aventura. Mis primeras palabras de ánimo son para la población gallega y para la gente que conocemos y queremos, impotencia máxima ante el desastre que padece esa maravillosa tierra que hemos visitado y disfrutado en tantas ocasiones. Ayer intercambié mensajes con entrenadores y jugadoras de los dos equipos gallegos de División de Honor para trasladarles nuestra fuerza desde la distancia, reflejo claro de la herencia más valiosa que me deja DeporteCienPorCien. El balonmano ha posibilitado que pudiera conocer a muchas personas que no solo tienen la categoría de deportistas, sino que pasan a formar parte de tu vida. Es uno de los tesoros que regala este deporte. Escribo este artículo en primera persona, sin que sirva de precedente, para intentar trasladar el viaje de ocho años a través de algunos coliseos del balonmano.

A finales del año 2005, una vez terminé mis estudios universitarios, empecé a trabajar en Radio Petrer. Los fines de semana cubría todo tipo de eventos deportivos: waterpolo, frontenis, pilota valenciana, baloncesto, fútbol sala, petanca, natación y mucho balonmano. Crecí. Luego me contrató Punto Radio Elda y, con Miguel Santiago Rico, intentamos imitar a las grandes cadenas nacionales. Hicimos multitud de carruseles radiofónicos los sábados, con horas de directo ininterrumpido, sin medios pero con ilusión de sobra. Luego llegamos a Radio Ciudad (Monóvar) para hacer lo mismo, aunque casi siempre gratis et amore. Sin cobrar, vamos. En esa etapa, seguí aprendiendo. Mucho.

Foto: DeporteCienPorCien

A principios de 2006 pisé, por primera vez, el Florentino Ibáñez para cubrir balonmano base y, claro, flipé con el pabellón. No imaginé que allí narraría partidos que rememoraría años después. Los recuerdos de aquellos Elda – Sagunto o la finalísima de la EHF Cup de las eldenses contra el Randers danés. El ‘Florentino’ era una plaza de las clásicas de Europa en aquella época, por allí pasaron jugadoras de la talla de Oana Soit, Ana Paula Rodrigues, Vivi Jacques o Gro Hammerseng. Una gran época para el balonmano femenino valenciano de élite (Ribarroja, Sagunto, Alicante, Elda y Monóvar), el Municipal de Monóvar, el Pitiu Rochel, Carrús, San Basilio o el René Marigil, donde recuerdo narrar un Sagunto – Urbacasas con Milica Danilovic en los comentarios. También por aquellos años viajé con la expedición del Monóvar Urbacasas en su desplazamiento a Santander, ganaron al Marina Park en La Albericia (con el futbolista Emilio Amavisca en las gradas). Y más tardes en pabellones como Carranque (Málaga), el Félix Rubio (Villaverde), el legendario Palau D’Esports (Granollers), Can Vinader (Castelldefels), el Toscar (Elche) o La Catedral de Agustinos (Alicante).

Empecé a frecuentar Campeonatos de España de base, tanto de clubes como de selecciones. Esa es la esencia de este deporte, la inocencia y los deseos de los niños y las niñas. Las Copas de la Reina en el Antonio Moreno de Telde, en el Municipal de Monóvar, en el Municipal de O Porriño, en el Ciudad de Castellón o en el Amaya Valdemoro de Alcobendas. O aquella Supercopa en el Multiusos de Guadalajara, donde también pude vivir el preolímpico de 2012 donde las Guerreras sellaron su billete para la cita de Londres. Pero antes, es necesario volver al mes de mayo de 2011. Otros tiempos, nuestra DHF era poderosa. La SD Itxako jugaba la vuelta de la final de la Champions (sábado a las 19:15 horas) y el Mar Alicante la final de la Recopa (domingo a las 12:30 horas). El plan estaba claro, salir de Alicante el sábado a las 11:30 horas dirección Pamplona y volver a la capital de la Costa Blanca. Más de 1.300 kilómetros en menos de 17 horas. Carretera, espectáculo, entrevistas y más carretera. El Anaita a rebosar pero las de Ambros Martín se quedaron con la miel en los labios ante Larvik, al día siguiente visualicé la misma estampa con las pupilas de Ángel Sandoval en el Rochel. Éramos jóvenes.

Tras vibrar a distancia con el bronce olímpico y llorar de alegría, llegó el Mundial de España 2013 que ganaron Los Hispanos. Junto a Luis Malvar, yo hacía las prácticas del máster en la Cadena COPE, vimos la fase en la Caja Mágica y luego viajé a la Ciudad Condal para vivir in situ la histórica final en el Palau Sant Jordi: España 35–19 Dinamarca. No hay mucho más que añadir. Bueno sí, que tuve la suerte de entrevistar a Alexandra Do Nascimento como Mejor Jugadora del Mundo 2012.

Visité Donosti y disfruté un duelo continental en un Gasca decibélico entre el Bera Bera y el Lada ruso. El Europeo júnior de España con esa finalísima entre Dinamarca y Rusia que acogió Valencia en el verano de 2015. La fiesta suprema que gocé en el A Sangriña de A Guarda el pasado 27 de mayo con el histórico título del Mecalia Guardés y la gente de Inferno. Inolvidable sentir cómo todavía hay gente que se conmueve con este deporte.

Foto: DeporteCienPorCien

Seguí deambulando, viendo partidos de todo tipo, hasta hoy. Como un enfermo, casi adictivo. Pero mi historia debe terminar en clímax. El PappLaszlo Sportarena, el sumum del balonmano femenino de clubes. Esa burbuja donde todo es idílico para un amante de esta disciplina. Dos Final4, una la ganó el Györ de Ambros Martín (2014) y la otra el Buducnost de Dragan Adzic (2015). Más de 10.000 espectadores flipando, poder entrevistar a Duda Amorim, Katarina Bulatovic o dialogar en zona mixta con Majda Mehmedovic o Clara Woltering. Conocer los entresijos gracias a Miguel Mateo, comprobar lo que es el jamón de jabugo de nuestra pasión. Budapest, la ciudad.

Y casi todo, lo hemos contado en #8AñosDeporteCienPorCien. Soy un millonario en orgullo y balonmano.


Vicente Soler Olcina es doctor en Comunicación Audiovisual y director de DeporteCienPorCien.


 

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