«YO ESTUVE ALLÍ»

Lunes, 14 de mayo. 8:45h de la mañana. Acaba de aterrizar nuestro avión, el que cogimos en Budapest sin dormir. Es la hora de los mensajes de rigor a familiares y amigos: «Ya estoy en Barcelona». «¿Cómo estás?», me preguntan ellos. ¿Que cómo estoy? INMENSAMENTE FELIZ.

Stine Oftedal dijo para este medio, justo después de colgarse la medalla de campeona de la Champions: «Es una mezcla increíble: estoy exhausta pero completamente feliz». Y así es como estoy yo después de vivir mi primera EHF Final4. Disculpad que personalice tanto estas líneas, pero no sabría hacerlo de otro modo. No tras todo lo vivido en Budapest el pasado fin de semana.

Llegué al mundo del balonmano por casualidad. Durante los Juegos Olímpicos de Londres (2012) vi por primera vez un partido de balonmano femenino, mientras hacía zapping, y me enamoré completamente. Hice un vídeo para conmemorar ese bronce y recibí un mensaje de Víctor Durán: «¿Te gustaría participar en Pasión Deportiva Radio?». Esa fue mi perdición. Pisé la pista del Castelldefels por primera vez un 29 de octubre de 2012. El 12 de mayo de 2018, poco más de 6 años después, pisé la de Budapest.

Soñar se me ha dado siempre bien, la verdad. Y Budapest para mí fue un sueño durante todo este tiempo. Soñaba con ver el mejor balonmano femenino del mundo. Soñaba con ver el mayor espectáculos deportivo. Soñaba con ver a miles y miles de aficionados dejarse la voz en un partido. Soñaba con ver al balonmano femenino como portada de un periódico. Pero, sobre todo, soñaba con entrevistar a las mejores, a aquellas que me maravillaron por la televisión, a aquellas que son referentes, a aquellas que son heroínas para alguien.

Y se hizo realidad. Todo comenzó con el ‘Media Day’, o como prefieren llamarlo nuestras compañeras Nagore Odriozola y Laura Agena, ‘Disneyland para periodistas‘. Imaginaos: las seis mejores jugadoras de cada equipo en una misma sala durante media hora a tu completa disposición. Una maravilla. Esas entrevistas siguieron tras cada partido, tras cada final, algo que las convierte en momentos más especiales, si cabe. Porque entrevisté a Nycke Groot, Nora Mork, Stine Oftedal, Eva Kiss, Katarina Bulatovic, Amanda Kurtovic, Nathalie Hagman, Amandine Leynaud, Yvette Broch, Andrea Penezic… Wow.

Fue impresionante ver cómo los aledaños del pabellón se teñían de colores antes de los partidos, cómo en la grada más de 12.000 personas se apasionaban por el balonmano femenino, cómo 300 periodistas lo visibilizaban, cómo los equipos derramaban hasta la última gota de sudor. Siempre podré decir que yo estuve allí, viendo la parada de Kiss, la carrera de Ambros, las zancadas de Amorim, la rosquita de Lekic, las manos de Leynaud, los zarpazos de Neagu, los bailes de Gulldén, la lucha de Gorbicz… Ver jugar a Groot en directo fue espectacular (porque nunca lo he negado: es una de mis jugadoras favoritas). Lo más especial fue, sin duda, compartir la sonrisa de Shandy Barbosa en su primera participación en una EHF final4 y, claro está, abrazar a Mireya González con la medalla de oro colgada. Todos ellos, momentos que para siempre quedarán grabados en mi retina.

Llegué a Budapest con la intención de despedirme del balonmano femenino. La próxima temporada, por motivos profesionales, no podré invertir la dedicación suficiente que este deporte merece. Pero eso va a ser imposible. No después de lo vivido en Budapest. ¿Cómo decir adiós a semejante espectáculo? La EHF Final4 me ha hecho más adicta, si cabe, al balonmano femenino. Y creo que es de esas que duran toda la vida.


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1 respuesta

  1. KIKE dice:

    A mi me dio un día por ponerme a ver un España – Brasil (Mundial 2011) y ahora veo hasta algún partido de cadetes o infantiles en especial los campeonatos de España aparte de DHF, plata, europeos, mundiales etc , engancha el balonmano.

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