LA GENÉTICA DEL BERA BERA

BALONMANO FEMENINO
DIVISIÓN DE HONOR
#OPINIÓNDEPORTECIENPORCIEN
Foto: Bera Bera

 

A lo grande. Para ratificar merecimientos, el Bera Bera se impuso en la cancha más difícil que podía. Ganó al Rocasa Gran Canaria (21-24) y asestó el golpe definitivo a un título, el tercero consecutivo, que ya encarriló con los dos puntos de A Guarda. El campeonato de la regularidad tenía una fecha señalada en rojo, el triunfo en tierras insulares de las donostiarras posibilita un título solvente.
El último duelo dirigido por Aitor Etxaburu fue el que Bera Bera ganó en Porriño por la mínima (27-28). Después de eso, Tati Garmendia primero y Montse Puche luego cogieron las riendas de un equipo que ha ganado sus ocho encuentros con mucha solvencia: Alcobendas (+4), Elche (+9), Aula (+13), Guardés (+6) y Rocasa (+3) -los mejores clasificados en DHF- entre sus víctimas. No solo es determinante la frialdad de estos números, las sensaciones cambiaron mucho con el relevo en el banquillo. Las guipuzcoanas recuperaron su espíritu. La defensa, más intensa todavía, y el ataque, con mucho más vértigo. Si analizamos los dos últimos compromisos ante el Rocasa, apreciamos notables diferencias. En la final copera, las canarias ganaron su primer título en una primera mitad donde maniataron al campeón. En el ‘final’ liguera del pasado sábado, las vascas mostraron su mejor versión.
El mérito es, sin duda, colectivo. Pero, bajo mi humilde punto de vista, hay una columna vertebral que se antoja vital para el rendimiento que ha reflejado el tricampeón durante este curso. ANA TEMPRANO bajo palos, pieza fundamental en los éxitos. Vive la época dorada de su carrera deportiva y volvió a aparecer en el momento más adecuado. Esther Arrojería, una central de 21 años, que se ha convertido en la brújula de una escuadra que fluye mucho mejor en ataque posicional cuando ella lleva el timón. María Núñez, quizá la pieza más determinante, ha cuajado una campaña excelsa en ataque y en defensa. Se ha convertido en una fija en las convocatorias de Dueñas. Y, por último, Matxalen Ziarsolo: la capitana. Muchos y muchas claman al cielo cada vez que no la ven entre las 16 internacionales, comparte posición con Eli Pinedo y, por la calidad de ambas, no juega 60 minutos por partido. Aún así, vean este dato: 125 goles. Entre las dos extremos diestras -máximas goleadoras del Bera Bera- han anotado 252 dianas (casi el 37% del total). Insistimos, el bloque ha sido muy necesario para lograr el objetivo.
La llegada de Puche ha supuesto el desarrollo del gen ganador. Lo dicen desde dentro, las propias jugadoras, y se observa desde fuera. La marcha de Etxaburu fue un antes y un después en la dinámica de juego de un equipo que ha incrementado su ambición competitiva. Las sensaciones son muy subjetivas, difíciles de medir, pero tienen su trascendencia en los desenlaces. El Bera Bera cree en la victoria. Se ha acostumbrado a vencer. Se siente cómodo levantando títulos. La continuidad de su hegemonía nacional depende, hoy en día, de Rocasa y Guardés. Este verano habrá cambios en muchos equipos. A ver qué clubes mantienen su potencial.

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